Editorial el País
La Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía es nuestro santuario natural en el corazón de
Tarija que abarca 246,870 hectáreas de un ecosistema diverso y vital. Creada con el objetivo de preservar la rica biodiversidad de la región, esta reserva es un refugio para innumerables especies de flora y fauna, y un punto crucial para la investigación científica, la educación ambiental, la provisión de agua y lluvia y la recreación. Sin embargo, a pesar de su importancia, en plano siglo XXI, Tariquía enfrenta una serie de amenazas que ponen en peligro su integridad y su futuro.
La amenaza más inmediata y conocida para la Reserva de Tariquía proviene de la expansión de actividades petroleras en la región. Los recientes planes para la explotación de hidrocarburos dentro de los límites de la reserva han generado una gran preocupación entre ambientalistas, comunidades locales, científicos y en general, todo el departamento de
Tarija, sin embargo, las petroleras y las entes del gobierno sostienen que el impacto será mínimo y que se ubican fuera de la reserva.
La actividad petrolera en Tariquía no solo representa una amenaza ecológica, sino también social. Las comunidades que han habitado estas tierras durante generaciones se enfrentan a la posibilidad de perder su modo de vida al reemplazarlo por algunos efímeros durante la construcción, tal como pasó en Palos Blancos con Margarita. La contaminación de los ríos y fuentes de agua puede devastar la agricultura y la ganadería, pilares de la economía local.
Es crucial que la sociedad reconozca la urgencia de proteger la Reserva de Tariquía, pues el resto de actores son parte interesada y en este caso, presos de las urgencias por aumentar la producción de gas y petróleo en el país. La implementación de políticas públicas que restrinjan las actividades extractivas en áreas protegidas fue un paso fundamental en los 80, pero desde hace una década Bolivia camina en contra ruta por las mismas urgencias económicas.
Para hacer frente a la amenaza es importante también fomentar alternativas sostenibles que permitan el desarrollo económico de la región sin comprometer su riqueza natural, pues la necesidad es el principal catalizador del consentimiento. El ecoturismo, la investigación científica y los proyectos de conservación pueden proporcionar ingresos y empleo a las comunidades locales, al mismo tiempo que preservan el medio ambiente reduciendo así su vulnerabilidad ante el asedio extranjero.
La Reserva de Tariquía no solo es un tesoro natural de Bolivia, sino del mundo entero. Su biodiversidad única y su papel en el equilibrio ecológico regional son invaluables. La pérdida de este patrimonio natural tendría consecuencias irreversibles no solo para las especies que lo habitan, sino para toda la humanidad. En un contexto global de cambio climático y pérdida de biodiversidad, la protección de áreas como Tariquía se vuelve más crucial que nunca.
Cada decisión cuenta, y el tiempo apremia. La defensa de este santuario natural es una responsabilidad compartida que nos incumbe a todos, desde los ciudadanos comunes hasta los líderes gubernamentales. Si permitimos que las actividades petroleras destruyan Tariquía, no solo perderemos un ecosistema vital, sino también parte de nuestra identidad y legado como nación.
DESTACADO.- Es crucial que la sociedad reconozca la urgencia de proteger la Reserva de Tariquía, pues el resto de actores son parte interesada.
Via: El País